Las cortinas se dejaban llevar por el viento Que entraba por las ventanas del sol, Y asi mismo fue que la casa navego los siete patios. El aroma de otro nido, El calor de otro verano.
Parado en la oscuridad, Me miro en el espejo. Bien salvaje. Contento, como hoyuelos en un cachete tuyo. Despierto, como estábamos hace unos años juntos. Improbable, como un gusto hacia mi lentamente adquirido.
Son tanto en estos lentes. Dos islas desiertas soñando con rozarse, Esperando atrapar olas furiosas y llamarlas besos. Pero por ahora, me toca ser cupido y ser el mensajero entre las dos.